miércoles, 2 de mayo de 2007

Diosas Griegas II

Ate (mitología)

Para otros usos de este término, véase Ate. En la mitología griega, Ate, Até o Atea (en griego ‘ruina’, ‘insensatez’, ‘engaño’) era la diosa de la fatalidad, personificación las acciones irreflexivas y sus consecuencias. Típicamente se hacía referencia a los errores cometidos tanto por mortales como por dioses, normalmente debido a su hibris o exceso de orgullo, que les llevaban a la perdición o la muerte. En La Ilíada, Homero dice que Ate es la hija mayor de Zeus, sin mencionar madre alguna. Instigada por Hera, usó su influencia sobre Zeus para que éste jurase que el día que naciera un mortal descendiente suyo, éste sería un gran gobernante. Hera inmediatamente retrasó el nacimiento de Heracles y provocó el de Euristeo prematuramente, logrando así que éste obtuviese el poder destinado al primero. Encolerizado, Zeus arrojó a Ate a la tierra para siempre, prohibiendo que volviese al cielo o al Olimpo. Ate vagó entonces por el mundo, pisando las cabezas de los hombres en lugar de la tierra, provocando el caos entre los mortales. En su Teogonía, Hesíodo afirma que la madre de Ate es Eris (Discordia), pero no menciona a ningún padre. Algunos autores, pues, la consideran hija de Zeus con Eris. Las Litaí (‘oraciones‘) iban tras ella pero Ate era rápida y las dejaba muy atrás. Apolodoro, afirma que cuando fue arrojada por Zeus, Ate cayó en una montaña de Frigia, que fue bautizada con su nombre. Más tarde Ilo, persiguiendo una vaca, fundó allí la ciudad de Ilión, esto es, Troya. Esta bonita floritura está cronológicamente reñida con la fecha en la que según Homero ocurrió la caída de Ate. En las Dionisíacas de Nono, Hera incita a Ate para persuadir a Ampelo, un joven a quien Dioniso amaba apasionadamente, para que impresionase a éste cabalgando un toro. Ampelo acabó por caerse del mismo, rompiéndose el cuello, siendo entonces transformado en vid. En las obras de escritores clásicos Ate aparece bajo una luz diferente: venga los actos malvados e inflige justos castigos a los delincuentes y su posteridad (Esquilo, Las Coéforas 381), de tal forma que su personalidad es casi la misma que la de Némesis y las Erinias. Aparece con mayor protagonismo en los dramas de Esquilo, y con menor relevancia en los de Eurípides, donde la idea de Diké (Justicia) está más completamente desarrollada. En Julio César Shakespeare presenta a Ate como una invocación de la venganza y la amenaza. Marco Antonio, lamentando el asesinato de César, imagina al «espíritu de César, pidiendo venganza, con Ate a su lado llegará ardiendo del Infierno, gritará en estos confines con voz de monarca “¡Caos!” y soltará los perros de la guerra...».


Melisa (mitología)

Sacerdotisa de Deméter, diosa de la agricultura de acuerdo a la mitología griega (Ceres en mitología romana). Despedazada por sus vecinas que intentaron hacerla desvelar los misterios en los que había sido iniciada por la diosa. Como castigo, Deméter mandó una peste que asoló el lugar y en reconocimiento a la finada, del cuerpo de Melisa salieron abejas.


Prilis

En la mitología griega, adivino de Lesbos, hijo de Hermes y de la ninfa Isa. La diosa Atenea revela a Prilis que en la guerra de Troya, los griegos sólo podrían entrar en la ciudad construyendo un caballo de madera, el famoso caballo de Troya. El adivino, gracias a unos sobornos de Palamedes, comunica al rey Agamenón la revelación de la diosa, quien ordena a Epeo construir el caballo.

No hay comentarios: